Es el área psíquica con un alcance ilimitado. Es la «matriz de todas las potencialidades»; para comprenderlo mejor, es como un estado fluido que tiene vida propia y cuya actividad es autónoma e independiente.
«El inconsciente percibe, tiene propósitos e intuiciones, siente y piensa al igual que la mente consciente.»
Jung define los contenidos del inconsciente como sigue:
1-Cualquier cosa que sé pero en la que no estoy pensando en este momento.
2-Todo aquello de lo que fui consciente una vez pero que he olvidado.
3-Todo lo percibido por mis sentidos pero que mi mente consciente no registra.
4-Todo aquello que, involuntariamente y sin prestarle atención, siento, pienso, recuerdo, quiero y hago.
5-Todas las cosas futuras que están tomando forma en mí y que algún día se harán conscientes.
Así, el inconsciente incluye contenidos futuros de la psique consciente y anticipa procesos conscientes futuros. Pero, además, el inconsciente contiene depósitos ancestrales acumulados desde tiempos inmemoriales.
Por eso, para Jung, el inconsciente tiene el rostro de Jano: una cara apunta hacia la prehistoria, el mundo del instinto puro, y la otra apunta hacia el destino futuro del ser humano.
Esto es una paradoja porque «el inconsciente es percibido como un factor creativo, incluso como un valiente innovador y sin embargo es, al mismo tiempo, la fortaleza del conservadurismo ancestral».
Como Mercurius, personificación del inconsciente, es dual y contiene todos los aspectos de la naturaleza humana: luz y oscuridad, bueno y malo, animal y sobrehumano, demoníaco y divino.
El inconsciente se puede concebir como la morada del tesoro, fuente de toda inspiración, creatividad y sabiduría.
Como sistema psíquico autónomo que se comunica en el lenguaje de los símbolos, uno de sus papeles es corregir las propensiones de la mente consciente y compensar su unilateralidad con una percepción amplia, imaginativa, no racional, que restablezca el equilibrio y revele un sentido más amplio.
Los motivos inconscientes son a menudo más sabios y objetivos que el pensamiento consciente. Por ello el inconsciente puede ser un valioso guía que indique el camino de nuestro verdadero destino, un destino que es real para uno mismo y no está falsificado por los prejuicios de la mente consciente.
En la base de la conciencia individual, y el inconsciente que hay tras ella, está el inconsciente colectivo, la herencia común de toda la humanidad y la fuente universal de toda vida consciente.
En las profundidades del inconsciente colectivo no hay diferencias individuales o culturales, no hay separación. Es el reino de la unidad primordial, la no-dualidad, y a través de él cada persona está conectada con el resto de la humanida.